Hace mucho que el bolso dejó de ser precisamente eso, un complemento con una finalidad y una utilidad determinada, para transcender al propósito para el cual había sido creado y convertirse en lo que es hoy en día: nuestro fetiche. El auténtico protagonista de muchos de nuestros looks.
Aunque para muchas (entre ellas yo) estemos obsesionadas y nos apasione tener uno para cada ocasión (ya enumeramos en un post pasado los innumerables eventos para los que necesitamos bolsos diferentes) hay uno que siempre tenemos que tener en nuestro armario: el bolso negro. Desde la bandolera al clutch, pasando por el shopper y la saca, este bolso se erige como nuestro compañero todoterreno infalible por antonomasia.
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